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Arquitectos: Mario Torres Rojas
- Área: 56 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Francisca Valenzuela Riffo
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Lo primitivo en la arquitectura, a pesar de muchas veces ser tratado a través de materiales y variables constructivas, es un concepto que aún parece estar alejado en lo que programa respecta a hora de proyectar un edificio. La arquitectura nace en forma de refugio, pero esta arquitectura doméstica prehistórica es bastante efímera, se construye con materiales ligeros y tiene una duración acotada, aún en la sociedad sedentaria.
Sin embargo, la arquitectura primitiva que prevalece y sobresale hasta nuestros días es la ritual. La fortaleza es al mismo tiempo un lugar de observación del espacio natural, del cielo y de los astros y es por tanto un espacio de conexión con el mundo más allá, es decir, es también funeraria.
Así lo evidencian las grandes construcciones primitivas, desde los dolmen y menhires, hasta las mastabas y pirámides, los huacas y pucarás. Es por tanto que este proyecto de observatorio busca y persigue firmemente volver a dichos origines prehistóricos, posicionando un programa de observación y construyéndose mediante materiales robustos y simples como la piedra y los postes de madera, en rememoración a las construcciones que sentaron los orígenes de la arquitectura.
De esta forma se buscó un lugar propicio para gestar dicho proyecto, y en esta búsqueda se detectó cierto problema que existe con las escuelas rurales. Establecimientos educacionales que algún día albergaron cientos de estudiantes se ven abandonados por la gran migración de las estudiantes hacia poblados urbanos en donde finalizan sus estudios en mejores establecimientos. De esta manera se eligió una de estas escuelas en el sector de El Guindo, en la Región del Maule, Chile, que se posaba sobre una pequeña ladera en donde se podía ver el contexto natural de buena manera. De esta forma el implantar un programa novedoso, en este caso de observatorio, propiciaría la reutilización y revitalización de este espacio educativo.
Una tercera variable que aportó al desarrollo del proyecto fue una pequeña colina al interior del terreno, que ofrecía una mayor altura propicia para la construcción del observatorio, y en la cual en su centro se posaba un árbol nativo que ofrecía una buena sombra de día. Sorpresivamente posterior a la construcción se dio a conocer por un lugareño, que la colina era la antigua escuela de adobe que había sido destruida por el terremoto del 2010 y que demolida fue apilada constituyéndose la colina, que, una vez sabido esto se le denominó el túmulo por su carácter de ruina.
Se proyectaron dos curvas dobles, guiadas por la forma del túmulo y del árbol, que permitieron proyectar el infinito del cielo dentro del espacio del proyecto. Estructuradas mediante 182 postes de madera preensamblados de a tres. Siendo una curva vertical que soporta el peso de una curva interior inclinada que genera el apoyo y la inclinación ideal para mirar al cielo. Estos polines se fundaron sobre apoyos de hormigón que luego construyen una la gran pirca de piedra roja del lugar en similitud a las construcciones primitivas, y que conforman el asiento continuo.